El infierno de Berlín y su similitud con el mito del Ave Fénix. 70 aniversario de la caída de la capital del III Reich en Alemania a manos de los soviéticos.
Que días tan terribles padecieron los habitantes de la ciudad de Berlín en Alemania en los meses de abril y mayo de 1945. Es indescriptible imaginar lo que pasaba por las mentes en shock de esas personas viendo su ciudad destruida totalmente a manos de un enemigo que además de conseguir una victoria militar aplastante tenía a su disposición la posibilidad de cobrar venganza por las atrocidades cometidas por los Nazis en territorio soviético. Es por eso que considero que en esos días en Berlín prácticamente se tuvo un infierno en la tierra porque ni siquiera clemencia o compasión podían pedir al enemigo puesto que los ejércitos alemanes no tuvieron consideración de los innumerables pueblos que arrasaron y entre los cuales estaban los de la inmensa Unión Soviética.
La Segunda Guerra Mundial fue realmente un teatro de horror y despliegue de maldad y sufrimiento, el desprecio enfermizo y sádico que sentían los fanáticos nazis por sus enemigos y todo el que no fuera Ario o miembro de su supuesta raza superior les llevó a ser en extremo muy crueles y a pesar de que la derrota es siempre una posibilidad real en la guerra, los alemanes estaban muy convencidos de su superioridad militar y el peor escenario no estaba en sus planes, pero contra todos sus pronósticos lo más dantesco y apocalíptico resultó ser el destino que les deparaba en la guerra.
La ciudad de Berlín era el centro neurálgico del poder Alemán y era la capital del país, lo que lo convertía en el principal objetivo estratégico y simbólico para tomar e infligir una derrota contundente, eso sucede con todas las ciudades capitales o principales de una nación, sin embargo, llegar a Berlín no era una tarea sencilla, el ejército alemán de la segunda guerra mundial era una de las más formidables fuerzas militares de todos los tiempos, su organización, disciplina, calidad de sus generales, lealtad y fortaleza de las tropas, los inmensos recursos industriales y vanguardia tecnológica son todavía hoy de admirar y a considerar por su inmenso poderío.
La derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial fue resultado del trabajo de demolición que realizaron en forma conjunta aunque independiente las potencias occidentales y la Unión Soviética en frentes opuestos. Es probable que la Unión Soviética por sí sola no hubiera bastado para derrotar a los germanos, aunque el ejército rojo era una colosal máquina de guerra que fue mal estimada por los estrategas alemanas, si Alemania no hubiera tenido que pelear en dos frentes y se hubiera concentrado con todas sus fuerzas contra los Soviéticos, estos últimos no hubieran roto el equilibrio de fuerzas en forma tan decisiva.
Los alemanes habían dejado totalmente en ruinas, reducidos a polvo muchas ciudades y pueblos en los 6 años que duró la guerra, pero nunca pensaron que esta terrible destrucción se volviera a modo de bumerán en su contra, puesto que sus propias e imponentes ciudades también quedaron completamente reducidas a cenizas y su magnífica ciudad capital no quedó libre de vivir ese horror. Fue un golpe mortal y completamente demoledor que afectó la moral, que doblegó el inmenso orgullo Nazi que estaba convencido de crear un imperio de mil años, que igualaría y superaría al mítico imperio romano, la envidia y sueño de hombres con complejo de grandeza del nivel de Napoleón y en este caso del mismo Hitler y muchos líderes mundiales que a lo largo de los siglos han fantaseado con el esplendor alcanzado por los césares romanos.
Para los alemanes la llegada de la guerra a su propio territorio fue algo más terrible que un evento catastrófico natural de gran magnitud porque cuando una nación o pueblo es golpeado por un fenómeno natural despierta en el resto del mundo la solidaridad y la movilización de todos los recursos posibles para ayudar a superar la tragedia, en cambio en la situación alemana estos buenos sentimientos no existían puesto que estaba siendo objeto de castigo, de una venganza y hasta se consideraría para muchos algo justo y a la medida por todo el mal ocasionado por los alemanes en su demencial deseo de conquistar el mundo y someterlo a su poder. Y por si fuera poco el odio que había acumulado a nivel internacional era muy grande y había logrado de alguna forma unir a toda la comunidad internacional y a potencias enemigas en su contra.
La ciudad de Berlín se había convertido en un trofeo ya no lejano para sus enemigos sino una gran posibilidad cuando el frente oriental alemán fue doblegado y superado por los soviéticos. Esto motivó a las potencias occidentales a poner en ejecución y en forma rápida la invasión de Europa en el día D, desplegar todos los recursos disponibles para tratar de llegar primero a Berlín antes que los Soviéticos, porque la nación que capturara esta ciudad se consideraría el vencedor en definitiva de esta gran guerra que ya había prácticamente superado en magnitud a la gran guerra que había sido la Primera Guerra Mundial que se pensaba era la madre de todas las guerras y que el mundo evitaría una confrontación de esa dimensión.
La llegada de los Soviéticos a Berlín fue algo muy humillante para los alemanes y cuando ya prácticamente toda la defensa recayó en los ciudadanos y los miembros de las llamadas juventudes hitlerianas, se hacía ya claro que solo era cuestión de tiempo la caída definitiva del régimen porque ya los prestigiosa maquinaria militar ya no existía, los símbolos del poder alemán como fueron los Pánzer y la Luftwave ya inutilizados o destruidos fueron reemplazados por armas ligeras de corto alcance que solo hicieron prolongar por poco tiempo el desenlace ya previsto. La derrota no fue asimilada con altura por los alemanes, Hitler y los más altos funcionarios culpables de esta estrepitosa guerra genocida se suicidaron para evitar ser ajusticiados, presas de la sevicia de sus enemigos que podían haber descargado toda la furia, frustración y odio que eran conscientes los alemanes por todo el dolor y sufrimiento que habían ocasionado con sus acciones. Sabían que el deseo de venganza era enorme y que pagarían alto por ello y decidieron más bien evitar que los enemigos se complacieran con su suplicio y ejecución. Aunque les hubieran perdonado la vida su orgullo herido no soportaba la derrota y prefirieron la muerte.
Para el ciudadano común y para muchos que no eran afectos al régimen Nazi fue algo injusto de vivir por culpa del fanatismo demencial de los seguidores de Hitler y su estúpida ideología, fue espantoso contemplar a casi niños enfrentarse a la muerte por alguien a quién no le importaba nadie, estos jóvenes fueron masacrados por el ejército rojo en vano porque solo defendían un capricho y su muerte no era valorada por nadie. Ver también a las mujeres alemanas abusadas, violadas en unos casos y en otros mendigando con sus cuerpos un cigarrillo o comida rayaba en lo más bajo. Pero la desesperación de no contar ya con nada, todo en escombros, todos los servicios básicos cortados, a merced de un enemigo, sin un futuro ni un mañana que pudieran controlar, sin una autonomía de vida, prácticamente con el destino en manos de sus enemigos, acabó con el recato, la decencia y el pudor de la sociedad alemana representado en sus mujeres. No las culpo y considero que la desesperación de estas personas llevadas a estos límites no tenían ya no tenían control en sus vidas. Fue un triste final para muchas personas en un país tan desarrollado y avanzado en todos los aspectos, tan culto y educado. Por eso pienso que cuando el 2 de mayo de 1945 se produce la rendición, se termina al menos de reconocer que se ha perdido y se entra a esperar con cierta aceptación el destino que los enemigos determinen para sus vidas. Ya no les quedaba otro camino o aceptar las condiciones o morir. Se había perdido todo.
En momentos como la caída de Berlín pienso que así se venza al enemigo más malo y cruel con uno, se debe tener más misericordia, ver al enemigo en harapos, mendigando enloquecido basura, ver los ojos de la desesperación, creo que ya no se contempla a un enemigo, se contempla a unas personas muertas en vida, ya descargar odio y venganza en esos momentos lo hace a uno más malo que esa masa de seres humanos que aunque muy malvados, ya perdieron su condición humana, están como las ciudades reducidos en cierta medida a escombros a ruina total. Es mejor vencer al enemigo cuando tiene capacidad de reacción y es rival, en los momentos en que terminó la toma de Berlín en 1945, ya prácticamente se estaba frente a fantasmas. Creo que yo solo festejaría que terminaría el horror de la guerra pero no como terminaron los enemigos. Es increíble pensar cómo hizo Alemania para levantarse como nación de esa catástrofe, es realmente un milagro.
Hoy la ciudad de Berlín es una gran urbe y una de las ciudades importantes de Europa y referente a nivel mundial, que superó algo peor que una catástrofe en 1945 y que a semejanza del mito del Ave Fénix renació de sus cenizas, cuando el mundo celebró su destrucción total pero que significó también el ansiado final de la guerra mundial en Europa.
La ciudad de Berlín era el centro neurálgico del poder Alemán y era la capital del país, lo que lo convertía en el principal objetivo estratégico y simbólico para tomar e infligir una derrota contundente, eso sucede con todas las ciudades capitales o principales de una nación, sin embargo, llegar a Berlín no era una tarea sencilla, el ejército alemán de la segunda guerra mundial era una de las más formidables fuerzas militares de todos los tiempos, su organización, disciplina, calidad de sus generales, lealtad y fortaleza de las tropas, los inmensos recursos industriales y vanguardia tecnológica son todavía hoy de admirar y a considerar por su inmenso poderío.
La derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial fue resultado del trabajo de demolición que realizaron en forma conjunta aunque independiente las potencias occidentales y la Unión Soviética en frentes opuestos. Es probable que la Unión Soviética por sí sola no hubiera bastado para derrotar a los germanos, aunque el ejército rojo era una colosal máquina de guerra que fue mal estimada por los estrategas alemanas, si Alemania no hubiera tenido que pelear en dos frentes y se hubiera concentrado con todas sus fuerzas contra los Soviéticos, estos últimos no hubieran roto el equilibrio de fuerzas en forma tan decisiva.
Los alemanes habían dejado totalmente en ruinas, reducidos a polvo muchas ciudades y pueblos en los 6 años que duró la guerra, pero nunca pensaron que esta terrible destrucción se volviera a modo de bumerán en su contra, puesto que sus propias e imponentes ciudades también quedaron completamente reducidas a cenizas y su magnífica ciudad capital no quedó libre de vivir ese horror. Fue un golpe mortal y completamente demoledor que afectó la moral, que doblegó el inmenso orgullo Nazi que estaba convencido de crear un imperio de mil años, que igualaría y superaría al mítico imperio romano, la envidia y sueño de hombres con complejo de grandeza del nivel de Napoleón y en este caso del mismo Hitler y muchos líderes mundiales que a lo largo de los siglos han fantaseado con el esplendor alcanzado por los césares romanos.
Para los alemanes la llegada de la guerra a su propio territorio fue algo más terrible que un evento catastrófico natural de gran magnitud porque cuando una nación o pueblo es golpeado por un fenómeno natural despierta en el resto del mundo la solidaridad y la movilización de todos los recursos posibles para ayudar a superar la tragedia, en cambio en la situación alemana estos buenos sentimientos no existían puesto que estaba siendo objeto de castigo, de una venganza y hasta se consideraría para muchos algo justo y a la medida por todo el mal ocasionado por los alemanes en su demencial deseo de conquistar el mundo y someterlo a su poder. Y por si fuera poco el odio que había acumulado a nivel internacional era muy grande y había logrado de alguna forma unir a toda la comunidad internacional y a potencias enemigas en su contra.
La ciudad de Berlín se había convertido en un trofeo ya no lejano para sus enemigos sino una gran posibilidad cuando el frente oriental alemán fue doblegado y superado por los soviéticos. Esto motivó a las potencias occidentales a poner en ejecución y en forma rápida la invasión de Europa en el día D, desplegar todos los recursos disponibles para tratar de llegar primero a Berlín antes que los Soviéticos, porque la nación que capturara esta ciudad se consideraría el vencedor en definitiva de esta gran guerra que ya había prácticamente superado en magnitud a la gran guerra que había sido la Primera Guerra Mundial que se pensaba era la madre de todas las guerras y que el mundo evitaría una confrontación de esa dimensión.
La llegada de los Soviéticos a Berlín fue algo muy humillante para los alemanes y cuando ya prácticamente toda la defensa recayó en los ciudadanos y los miembros de las llamadas juventudes hitlerianas, se hacía ya claro que solo era cuestión de tiempo la caída definitiva del régimen porque ya los prestigiosa maquinaria militar ya no existía, los símbolos del poder alemán como fueron los Pánzer y la Luftwave ya inutilizados o destruidos fueron reemplazados por armas ligeras de corto alcance que solo hicieron prolongar por poco tiempo el desenlace ya previsto. La derrota no fue asimilada con altura por los alemanes, Hitler y los más altos funcionarios culpables de esta estrepitosa guerra genocida se suicidaron para evitar ser ajusticiados, presas de la sevicia de sus enemigos que podían haber descargado toda la furia, frustración y odio que eran conscientes los alemanes por todo el dolor y sufrimiento que habían ocasionado con sus acciones. Sabían que el deseo de venganza era enorme y que pagarían alto por ello y decidieron más bien evitar que los enemigos se complacieran con su suplicio y ejecución. Aunque les hubieran perdonado la vida su orgullo herido no soportaba la derrota y prefirieron la muerte.
Para el ciudadano común y para muchos que no eran afectos al régimen Nazi fue algo injusto de vivir por culpa del fanatismo demencial de los seguidores de Hitler y su estúpida ideología, fue espantoso contemplar a casi niños enfrentarse a la muerte por alguien a quién no le importaba nadie, estos jóvenes fueron masacrados por el ejército rojo en vano porque solo defendían un capricho y su muerte no era valorada por nadie. Ver también a las mujeres alemanas abusadas, violadas en unos casos y en otros mendigando con sus cuerpos un cigarrillo o comida rayaba en lo más bajo. Pero la desesperación de no contar ya con nada, todo en escombros, todos los servicios básicos cortados, a merced de un enemigo, sin un futuro ni un mañana que pudieran controlar, sin una autonomía de vida, prácticamente con el destino en manos de sus enemigos, acabó con el recato, la decencia y el pudor de la sociedad alemana representado en sus mujeres. No las culpo y considero que la desesperación de estas personas llevadas a estos límites no tenían ya no tenían control en sus vidas. Fue un triste final para muchas personas en un país tan desarrollado y avanzado en todos los aspectos, tan culto y educado. Por eso pienso que cuando el 2 de mayo de 1945 se produce la rendición, se termina al menos de reconocer que se ha perdido y se entra a esperar con cierta aceptación el destino que los enemigos determinen para sus vidas. Ya no les quedaba otro camino o aceptar las condiciones o morir. Se había perdido todo.
En momentos como la caída de Berlín pienso que así se venza al enemigo más malo y cruel con uno, se debe tener más misericordia, ver al enemigo en harapos, mendigando enloquecido basura, ver los ojos de la desesperación, creo que ya no se contempla a un enemigo, se contempla a unas personas muertas en vida, ya descargar odio y venganza en esos momentos lo hace a uno más malo que esa masa de seres humanos que aunque muy malvados, ya perdieron su condición humana, están como las ciudades reducidos en cierta medida a escombros a ruina total. Es mejor vencer al enemigo cuando tiene capacidad de reacción y es rival, en los momentos en que terminó la toma de Berlín en 1945, ya prácticamente se estaba frente a fantasmas. Creo que yo solo festejaría que terminaría el horror de la guerra pero no como terminaron los enemigos. Es increíble pensar cómo hizo Alemania para levantarse como nación de esa catástrofe, es realmente un milagro.
Hoy la ciudad de Berlín es una gran urbe y una de las ciudades importantes de Europa y referente a nivel mundial, que superó algo peor que una catástrofe en 1945 y que a semejanza del mito del Ave Fénix renació de sus cenizas, cuando el mundo celebró su destrucción total pero que significó también el ansiado final de la guerra mundial en Europa.
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