Conmemoración 70 del Día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial cierra su capítulo de horror en Europa el 8 de mayo de 1945 (9 de mayo en Rusia y países de la ex-URSS) por cuestión de diferencias horarias, cuando el formidable ejército alemán capitula y se rinde a las potencias vencedoras.
Aunque la paz llega a Europa y gran parte del mundo, la guerra continúa en el Pacífico entre los aliados liderados por Estados Unidos y Japón que a pesar de ver caer a los otros dos miembros del Eje: Alemania e Italia, persiste en forma obstinada con su guerra la cual terminará en forma trágica y dolorosa para los nipones pocos meses después de la rendición alemana.
Celebrar una victoria sobre un enemigo importante fue un evento magnífico y sublime en los tiempos de la antigua Roma, era para el general triunfador el día de su consagración y el más importante de su vida, sentía como si había llegado a los campos Elíseos (similar al cielo cristiano) y se convirtió a a partir de entonces el sueño de todo militar ser homenajeado en forma tan majestuosa. Para el ejército victorioso la marcha triunfal era la apoteosis y elevación al heroísmo de su gesta. La victoria de la Segunda Guerra Mundial sobre la poderosa Alemania Nazi no era algo trivial, Alemania era la gran superpotencia europea de la época que en pocos años había conquistado casi todo el continente europeo y su ejército era realmente una máquina militar casi imbatible. Su derrota sería algo extraordinario, del nivel de grandes ejércitos históricos como el Cartagínes de Aníbal, los Hunos de Atila, Francés de Napoleón, por citar algunos ejemplos. Por eso no es de extrañar que la conmemoración de la victoria sobre Alemania en 1945 sea realizada siempre con gran pompa y buscando en cada edición superar a la anterior en majestuosidad. Para los soviéticos por ejemplo, en el marco de la guerra fría y ahora para los rusos el despliegue militar que realiza para conmemorar su triunfo sobre la Alemania Nazi es necesario que muestre todo el avance alcanzado en sus fuerzas armadas y sea sobre todo un fuerte elemento disuasorio para las otras potencias mundiales que deben contemplar con admiración y respeto a los herederos del ejército rojo vencedor de la Segunda Guerra Mundial.
Para el mundo, la conmemoración de la victoria sobre Alemania debe hacer énfasis en recordar que la humanidad no está libre de volver a caer en una espiral de muerte y destrucción como la vivida entre los años de 1939 y 1945 e incluso superarla en horror y devastación. Por eso, el mensaje que se envía al mundo con el desfile militar que se realiza en la tierra de los Zares no es adecuado y es equivocado, puesto que en vez de concientizar al mundo de la importancia de una paz estable y libre de amenazas bélicas, termina enfocada en esto último, trae a la mente el recuerdo del estado de tensión que se vivía antes de estallar la Segunda Guerra Mundial donde era habitual el despliegue de fuerza que hacían los nazis en sus marchas militares donde daban a entender al mundo que los tomaran en serio, que eran una amenaza para la paz como finalmente sucedió.
Aunque los deseos de paz son universales y los líderes mundiales hablan de la necesidad de detener la carrera armamentística, de reducción del arsenal militar, todo en realidad es pura demagogia, palabras que adornan un discurso y estamos igual al mundo preguerra de 1945. Por eso no se está libre de repetir o superar ese holocausto, de estar siempre al borde de ese mundo apocalíptico. ¿Cómo creer en los líderes mundiales y su visión de paz con motivo de las conmemoraciones del fin de la Segunda Guerra Mundial? que aún depositando flores en altares, leyendo discursos apaciguadores y sobre un mundo ideal en realidad están alentando el desarrollo y avance de armas cada vez más sofisticadas y letales, aunque reducen el número de efectivos de las fuerzas militares, las están haciendo más eficientes y funcionales que si fueran más numerosas.
En definitiva, se conmemoran 70 años del llamado Día de la Victoria, en un ambiente igual de enrarecido al que se vivía en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y haciendo alardes de poder militar del mismo estilo de los realizados por los Nazis. Es decir, el mundo en el fondo no ha cambiado, sigue siendo el mismo polvorín que solo es cuestión de tiempo que estalle, solo que nadie puede prever cómo y cuándo de igual forma como nadie pudo vaticinar que una Segunda Guerra Mundial iba a ocurrir.
Para el mundo, la conmemoración de la victoria sobre Alemania debe hacer énfasis en recordar que la humanidad no está libre de volver a caer en una espiral de muerte y destrucción como la vivida entre los años de 1939 y 1945 e incluso superarla en horror y devastación. Por eso, el mensaje que se envía al mundo con el desfile militar que se realiza en la tierra de los Zares no es adecuado y es equivocado, puesto que en vez de concientizar al mundo de la importancia de una paz estable y libre de amenazas bélicas, termina enfocada en esto último, trae a la mente el recuerdo del estado de tensión que se vivía antes de estallar la Segunda Guerra Mundial donde era habitual el despliegue de fuerza que hacían los nazis en sus marchas militares donde daban a entender al mundo que los tomaran en serio, que eran una amenaza para la paz como finalmente sucedió.
Aunque los deseos de paz son universales y los líderes mundiales hablan de la necesidad de detener la carrera armamentística, de reducción del arsenal militar, todo en realidad es pura demagogia, palabras que adornan un discurso y estamos igual al mundo preguerra de 1945. Por eso no se está libre de repetir o superar ese holocausto, de estar siempre al borde de ese mundo apocalíptico. ¿Cómo creer en los líderes mundiales y su visión de paz con motivo de las conmemoraciones del fin de la Segunda Guerra Mundial? que aún depositando flores en altares, leyendo discursos apaciguadores y sobre un mundo ideal en realidad están alentando el desarrollo y avance de armas cada vez más sofisticadas y letales, aunque reducen el número de efectivos de las fuerzas militares, las están haciendo más eficientes y funcionales que si fueran más numerosas.
En definitiva, se conmemoran 70 años del llamado Día de la Victoria, en un ambiente igual de enrarecido al que se vivía en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y haciendo alardes de poder militar del mismo estilo de los realizados por los Nazis. Es decir, el mundo en el fondo no ha cambiado, sigue siendo el mismo polvorín que solo es cuestión de tiempo que estalle, solo que nadie puede prever cómo y cuándo de igual forma como nadie pudo vaticinar que una Segunda Guerra Mundial iba a ocurrir.
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